Clair de Lune

por **Gregor Hackfield III** Sáb Ene 16, 2016 2:39 pm

El ala de Breckenridge correspondiente a las habitaciones de los pacientes peligrosos estaba oscura y silenciosa. Ya era pasada la media noche, y aunque era poco probable que los habitantes de aquellas habitaciones estuviesen dormidos, era sin lugar a dudas la razón de aquel silencio la profundidad a la que quizá llegaban sus oscuras reflexiones que en las horas de vigilia los obligaban a escuchar atentamente, como buscando el sonido de alguna pobre alma que se atreviera a asomarse por aquellos recónditos parajes, prestando atención cual predadores al acecho al vacío de la noche. Únicamente, si se prestaba mucha atención, podía llegar a apreciarse una fina línea de luz que se colaba por la rendija bajo una de las puertas, tan fina que, si no se miraba con atención, podía pasar por un simple espejismo derivado de la falta de sueño. Mas si encima se acercara una persona a escuchar con atención, casi conteniendo la respiración, a la puerta que conducía al interior de aquella habitación (la habitación D3), podría haber notado que sin duda había alguien despierto allí dentro, evidentemente en una actitud muy diferente de la de sus silenciosos semejantes.

Gregor se encontraba sentado en la cama, mirando la diminuta ventana enrejada que se encontraba demasiado alta para ser alcanzada. A través de ella, todas las noches justo a esa hora se asomaba la luna. En esa ocasión, una hermosa luna llena enmarcada por tenues jirones de nubes y rodeada por un cielo estrellado inusualmente claro era el cuadro que le ofrecía aquella vista. Mientras lo pintaba en su cuadernillo de dibujo con unos carboncillos que le habían prestado en la dirección, tarareaba en un susurro bajo y profundo, casi inaudible, la melodía de "Clair de Lune" de Claude Debussy. Sin que se percatara, a mitad del dibujo que estaba representando las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, lanzando húmedos destellos a la plateada luz de la luna. Gregor miró por la ventana, y en sus ojos anidaba la más profunda de las melancolías.